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Imperativo Categórico del Liderazgo

IMPERATIVO CATEGÓRICO DEL LIDERAZGO

Relaciones interpersonales de alta calidad

Desde la aparición de la especie Homo Sapiens en nuestro planeta, estimada por Antropólogos e Investigadores especializados unos 200.000 años atrás en lo que hoy es África oriental y como una condición natural y necesidad primaria, aparece la relación entre esos seres humanos iniciales que se veían obligados a utilizarla en labores de recolección de alimentos, caza de animales, protección de fenómenos naturales, organización de la defensa frente a otros grupos humanos, supervivencia a peligros inesperados y desconocidos, entre otras reducidas actividades.

De ahí en adelante, y por siempre hasta nuestros días, la vida del hombre se desarrolla por medio de relaciones de unos con otros para multivariados propósitos, constituyendo algo inherente a la humanidad. Aún en los casos de personas que por decisión propia se aíslan del resto de los humanos, como los ermitaños, o en personas que por alguna razón de salud pierden contacto consciente con otros humanos, existe un nivel de relación. Con seres superiores en el primer caso y quizás con seres humanos imaginarios o borrosos recuerdos de familia y amigos en el segundo caso. En el campo de la ficción es recordada la película “El Náufrago” donde el actor protagonista que el mar arroja a la playa de una isla desierta comienza a los pocos días de estar allí a establecer relaciones con objetos materiales a los cuáles, mentalmente, les otorga la categoría de “personas” con quien conversar, estableciendo así relaciones.

Reafirma ese componente natural humano de relacionarnos con otros, escritos de Filósofos, Teólogos, Ideólogos, algunos recientes y activos como Raimon Panikkar (fallecido en 2010) y en nuestro medio el Presbítero Hernando Uribe Carvajal, quienes asumen y aceptan la cultura como modo de relación en la que, si el hombre es y vive la cultura, lo hace y manifiesta por medio de relaciones, es decir, es un ser de relación. Destaco el concepto de visión cosmoteandrica que concibe al hombre en cuatro niveles de relación: La relación con un ser superior (Ej.: Dios en los cristianos, Mahoma en los musulmanes) la relación consigo mismo (conversaciones internas), la relación con los demás seres humanos y la relación con el cosmos.

Las organizaciones, con una cultura propia presente, no son de ninguna manera ajenas a esta forma de vida, al modo de relación. En su definición clásica y universal la empresa existe como un conjunto ordenado de personas y cosas para obtener unos fines pre determinados, un escenario primordialmente de relaciones entre humanos que en forma coordinada establecen unos procesos de trabajo y cumplen unos procedimientos tendientes a lograr los objetivos trazados.

Algunas de esas personas que llegan a una empresa son asignadas como responsables de dirigir un proyecto o dirigir un proceso y a unos y otros los llamamos Líderes. Lo primero que hace ese líder designado como tal es pensar con qué personas va a trabajar, a quienes va a invitar a trabajar en el proyecto a iniciar o quiénes son las personas que están en ese proceso que va a empezar a dirigir o qué clase de personas le hace falta conseguir.

Con ese grupo de personas, pequeño o grande, es con el que el Líder establece relaciones, continuas, constantes, con el fin de poner a marchar el conjunto de recursos que le asignan y así, juntos, lograr un resultado esperado. Además, por la característica de interrelacionados e interdependientes de los procesos y proyectos, son imprescindibles también las relaciones permanentes con líderes y actores de los otros procesos y proyectos en curso.

Estas relaciones del Líder con las demás personas se dan por medio de conversaciones. Se ha dicho y escrito en forma jocosa pero muy válida que las empresas nos pagan por conversar efectivamente y en los líderes sí que es acertada esta afirmación, dado el alto componente de conversación en su trabajo.

Los seres humanos conversamos, nos comunicamos, no solo con el lenguaje, también lo hacemos con el cuerpo y con la emocionalidad. Ello hace un poco más complejo el asunto de la relación porque no solo es el significado de las palabras que empleamos en una conversación o en un escrito, no solo es escuchar al otro,  está también involucrada la forma en que se expresa, la actitud al hablar y al escuchar, elementos de la conversación que afectan de forma positiva o negativa la relación.

La conversación del líder con su equipo de trabajo está destinada a generar nuevos entornos. De las conversaciones deben surgir nuevas realidades o modificaciones a la realidad existente, significa entonces que las relaciones tienen un poder extraordinario de transformar la realidad, lo que en lenguaje organizacional no es ni más ni menos que definir y provocar la ejecución de acciones tendientes a lograr los objetivos.

Es el caso, por ejemplo, del líder de un proceso comercial que se ha trazado con su equipo como objetivo el incrementar las ventas de un período en un tanto por ciento. Plantea a partir de conversaciones, coordinación, instrucciones, construcción conjunta de estrategias y tácticas, en fin, comunicación permanente, nuevas acciones para transformar la realidad hacia ese volumen de venta superior deseado.

Si en términos de logro de objetivos es tan crítica la relación del líder con las personas que trabajan con él, estamos obligados a cuidar esta relación, porque el resultado que se obtenga de la realidad que se pretenda transformar en el proceso de trabajo o proyecto, pasa a ser directamente dependiente de la calidad de esta relación. Se puede afirmar que si la relación es buena, es sana, el resultado que se obtenga en el proceso o proyecto será positivo, siempre y cuando los demás factores de mercado, financieros, técnicos, sociales, han sido bien estimados, seleccionados y están bajo control.

Un líder excelente por lo tanto debe ser capaz de relacionarse consigo mismo, de relacionarse con los demás, de una manera natural, tranquila, afectiva y positiva, bajo unos principios y valores de transparencia, honestidad, asertividad y coherencia. Las organizaciones deben incluir en sus programas de desarrollo de líderes la preparación para ser capaces de relacionarse con otros con la mejor calidad posible, partiendo del conocimiento de sí mismo y haciendo conciencia que en sus equipos de trabajo, lo están acompañando seres humanos capaces, valiosos, diferentes, con sentimientos y pensamientos distintos, con necesidades, con expectativas propias y con interpretaciones de la realidad del trabajo no siempre iguales a las del líder.

Igualmente, los procesos de selección y promoción deben asegurar que los líderes y en general todas las personas que ingresen a una compañía deben tener un nivel de relación de alta calidad con otros seres humanos.

Cada líder debe también hacerse cargo de la responsabilidad de la relación con los otros, y se hace necesario conversar sobre ello, invertir tiempo en ello, con la seguridad que los resultados serán de esta manera positivos y se lograrán en un ambiente de respeto, cooperación, compromiso, tranquilidad y confianza en el equipo de trabajo y en toda la empresa.

Por: Jorge Marío Montoya 

  • Artículo Publicado y editado en la Revista ASCORT, Diciembre de 2015 -Publicación especializada en temas de gestión humana

Referencia:

Echeverría, Rafael. Ontología del Lenguaje. Dolmen, Santiago de Chile 2002

Harari, Yuval. De animales a dioses. Breve historia de la humanidad. Debate, Barcelona, 2015

O´Connor, Joseph y Lages, Andrea. Coaching con PNL. Urano, Barcelona, 2004

Panikkar, Raimon. La visión cosmoteandrica: el sentido religioso emergente del tercer milenio. Questions de vida cristiana N° 156. Madrid, 1991

Senge, Peter. La Quinta Disciplina. Granica, Barcelona, 1992

Uribe, Hernando. Cultura, modo de relación. Cuestiones Teológicas, volumen 38, Nro. 90, Medellín, 2011

Zea, Luis Fernando. La organización como tejido conversacional. Fondo Editorial Eafit, Medellín, 2004